viernes, 13 de abril de 2012

Una vuelta alta! El Besiberri


Junto a Magda, compañera de voley playa en Barcelona, nos unimos a un grupo de alpinistas (7 personas más, 4 chicas y 3 chicos) con quienes planeamos una escapada por 3 días al Parque Nacional de Aigüestortes, en Catalunya. Dado q mi amiga Magda es bastante flaca, me hice inmediatamente la idea de un paseo tranquilo con un cerro entremedio. Nada importante. Por lo mismo, lo único de montaña q llevaba eran los zapatos (al menos), y mi fiel mochila de camping, ademas de saco de dormir y colchón. Un par de tarros de atún, maíz, barras de cereal y chocolate, y a caminar!.

En Conangles, me enteré q la idea era hacer un circuito desde el refugio Conangles, en Lleida, atravesar durante todo el día el parque hasta el refugio de la Restança, y de vuelta hasta Conangles el día siguiente, haciendo la cima del Besiberri por el Norte.


Una vez conocí al resto de los alpinistas en Conangles, y de chequear el equipo q éstos traían, me di cuenta de q estaba un poco perdido en las condiciones a las q nos íbamos a encontrar. Para comenzar, nadie traía colchón, para evitar el peso extra... y mi chaqueta tenía un chiporro de lo más taquillero, pero de nula utilidad para lo q vendría luego... al igual q mis onderos pantalones de mezclilla.

Nunca estuvo la opción de recular, por mi dignidad sudamericana y mi condición de macho alfa, no cabía opción de q me devolviera a Barcelona estando ya en el refugio a punto de partir! Los demás compañeros me miraban expectantes, un poco por saber si volvería vivo, si tendrían q recogerme en la mitad del camino y cargarme de vuelta, o si efectivamente era un aguerrido lobo de la montaña q sobreviviría meses con un sacacorchos y 7 palos de fósforo (q prácticamente era como me sentía).

En fin, llegamos cerca de las 2 de la madrugada al refugio de Conangles, dormimos allí, y a las 7 de la mañana estábamos listos para comenzar. Aparecía el sol de a poco, pero de un momento a otro unas nubes cubrieron el cielo de gris, y a medida q subíamos nos dimos cuenta de q estábamos justo al borde de una tormenta q pasaba hacia el sur. En la primera reunión de equipo, fui el último consultado de si quería seguir o no. No creo q lo hicieran por mi vasta experiencia en esas tierras. Pero si, decidí continuar junto al grupo. Otro se devolvió pq se encontraba resfriado.


 Poco a poco el viento blanco se hizo más denso, impidiendo ver más allá de escasos metros, apenas suficiente para distinguir al compañero del frente. Nunca he sido muy fanático de estar super preparado para salir a hacer trekking, mi concepto de aventura es precisamente estar en un lugar desconocido con el equipo inapropiado, y hasta el momento pintaba q sería una gran aventura (aun no podía decir si buena o mala). Pero comencé a descubrir los beneficios de la ropa de montaña... los pantalones impermeables, las chaquetas ligeras, las primeras capas delgadas y ceñidas al cuerpo... puesto q el chiporro q llevaba era incomodísimo y muy ancho, mi chaqueta no era impermeable, sino de género grueso y el viento se colaba por todos lados, y mis pantalones de mezclilla pronto se mojaron y se congelaron, agregando aprox 1 kg de hielo extra en cada pierna. Así y todo, continué estoico junto al grupo.










Hicimos primero una pequeña cima, casi sin parar para mantener el calor en el cuerpo. Como nevaba tanto, lamentablemente no teníamos vista hacia ninguna parte. 

 

Atravesamos ese cerro, y cerca de media tarde, comenzó a despejarse y salir el sol. La sensación térmica era aún muy fría, pero al menos la luz del sol era bastante revitalizadora. Además, se comenzaron a ver los paisajes hermosos q el clima catalán escondía de nuestra vista.



Luego de una segunda reunión, nos separamos entre quienes nos dirigimos por una explanada hacia el refugio, y quienes tomaron un atajo subiendo una escarpada cima. Yo me fui con dos chicas directo al refugio (ni tonto). 
Las instrucciones del GPS estaban en catalán, asi q de cualquier manera yo no habría podido hacer ningun aporte, jaja.

El refugio era una casona bastante grande, justo al lado de una represa q parecía abandonada, pero q aún acopiaba agua. 

La Casona tenía habilitada sólo una habitación en el primer piso, con 2 camarotes que la atravesaban de lado a lado, con capacidad para 7 personas arriba y 7 abajo. Cuando llegamos, habían 4 personas con quienes tuvimos q compartir  los camarotes. Por suerte, estos vecinos tenían varias botellas de orujo (destilado de uva parecido a la grappa, pero de origen catalán) con q nos hicimos un pequeño contertulio antes de ir a dormir. Un movimiento indispensable, pq la gente esta roncaba como oso hibernando.
La madrugada siguiente comenzamos otra vez muy temprano, rumbo al valle del parque.


Y así como a media mañana llegamos al refugio del besiberrinord, una casita muy bonita y con bastantes mas comodidades de las q tuvimos nosotros en la casona de la represa (bueno, tenia agua caliente por paneles fotovoltaicos, q ya era bastante).


Nos organizamos, defnimos la ruta, y comenzamos el descenso y posterior ascenso al Besiberri, la cumbre más alta de Aigüestortes.

La ruta hacia el Besiberri, mientras descendíamos, parecía bastante entretenida. No había nada q me hiciera pensar lo contrario. Sin embargo, nos cruzamos con algún alpinista en el camino, y a juzgar por sus caras, no pensaban lo mismo q yo. Algo raro había y de lo q yo no me había enterado aún. Recién era mediodía, y estaba bastante optimista, además el sol brillaba con bastante intensidad y todo se veía con mas colores q el día anterior.

Llegamos al fondo del valle, justo a los pies del imponente Besiberri.. y ahí descubrí lo q se venía: Una subida a lo bestia de 1300 m, con una cumbre de roca suelta y nieve, sin explanadas, y luego de hacer cumbre, bajar 1500 m igualmente bestia hasta el refugio Conangles, donde comenzamos la aventura. Glup! Asimilados todos los desafíos, 2 chicas decidieron darle la vuelta a la montaña e irse por el lado, sin escalarla. Era un trayecto un poco mas largo, pero sin desniveles, lo q lo convertía en algo bastante más agradable. Y yo, como buen macho alfa, me apreté la riñonera de mi mochila, me hice doble nudo en los zapatos, le pedí un bastón a una de las chicas q no subiría, y me encomendé a Ra para lo q venía.
La subida fue Brutal. El cansancio era tan extremo, q me preguntaba si me dolería más seguir subiendo o dejarme caer todo lo q ya llevaba escalado hasta ahi.. y sólo era la mitad. 




El camino era poco amistoso además, había un pasto muy blando q amortiguaba el paso y requería de mayor esfuerzo para subir, como una escalera hecha de plasticina. 
Pero luego, ya acercándonos a la cumbre y sobre los 2500 msnm, el terreno se convirtió en roca y nieve, por donde ya me encontraba más en mi elemento y pude recomponerme un poco más.

Sólo un poco más...

Las vistas panorámicas a esas alturas eran brutales... me habría encantado llevar una cámara propia para haberme encargado de sacar una buena foto, aunq la verdad creo q ninguna cámara habría sido capaz de capturar la inmensidad de esas montañas catalanas, q se erigían majestuosas ante nosotros.




Y así, luego de atravesar un despeñadero, y de escalar una pared de 15 m de roca sostenida en el vacío y sin ningún tipo de seguridad, cerca de las 5 de la tarde llegamos a la cima: 3030 msnm. 

despeñadero de la muerte, antes de atravesar

despeñadero de la muerte, desde el otro lado

Ahí esta la punta del Besiberri

y aquí estamos nosotros, en la punta del Besiberri

Finalmente a las 5:30 de la tarde comenzamos el descenso, sin parar ni un segundo. La bajada no fue nada de simple, puesto q había mucha roca suelta q generaban pequeñas avalanchas del terror. La fatiga de los muslos jugaba malas pasadas, y ya no podía apretar más los cordones de los zapatos para evitar q los tobillos fallaran por ir saltando de roca en roca. Y cuando la cosa no podía ponerse peor, encontramos 2 placas memoriales de alpinistas muertos (uno lo encontré pq me agarré de el para evitar la muerte). 

Uno de los del grupo dijo: "creo q esta es la bajada, no se si encontremos otra q nos asegure la vida"  Glup!

Pero si, llegamos adoloridos, pero vivos.
Luego se hizo oscuro, y yo sin linterna (obvio). Me fui junto a otra chica quien alumbraba el camino para los dos, pero para q no se nos hiciera más tarde, no seguimos la huella establecida q hacía muchas curvas, y tomamos unos "atajos" por el medio de un bosque en la oscuridad (ahora q lo pienso la idea era horrible) y ahi la cosa se puso compleja... Había un monton de raíces en el suelo y ya me había doblado tantas veces los tobillos q me tuve q poner otro par de calcetines para inmovilizar un poco. Atravesamos el bosque hasta divisar unas luces q indicaban la cercanía con la carretera, y por ende, del refugio Conangles. La caminata de las últimas dos horas fue exactamente igual q en "The walking dead"; pa delante fuerte y derecho, atravesando ramas, arroyos, lo q fuera... y el olor q llevabamos a esas alturas tambien era bastante zombie-fragance. Finalmente, cerca de la 1 de la mañana llegamos al refugio, donde nos estaban esperando quienes se habian separado antes del Besiberri. Compartimos una cerveza, nos subimos a la furgo, y yo no me enteré más del mundo. 4 h despues en Barcelona, a dormir.

Fue una suerte haber conocido a este grupo de gente, y Magda particularmente se portó muy bien conmigo, ya q todos hablaban en catalán y ella siempre intentaba mantenerme al tanto de lo q se conversaba. A mi tampoco me interesaba tanto, estaba muy ocupado intentando sobrevivir, y además ya me lograba defender un poco con el idioma a esas alturas, pero de todas maneras el gesto era el importante y se agradecía. Todo finalmente resultó muy muy bien... al menos sigo vivo.

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